martes, 7 de octubre de 2008

EntijuanARTE 08.


Proyecto cultural de Tijuana B. C. México.
EntijuanARTE 08.

Una unión, de armonía, cultura, espíritu, y todo lo que conlleva al arte.
en el Centro Cultural de Tijuana. CECUT.

http://www.cecut.gob.mx/


sábado, 4 de octubre de 2008

La leyenda de la lámpara.

Hasafar, genio de la lámpara.



Una atracción mística, la luna en Júpiter, un desierto cruel, sol al oeste, un diamante, un hombre.
Hasafar el príncipe del infierno enfermo de hurto que se nutre de fumar opio, surge en su interior una metamorfosis, con la capacidad de trasformar todo en oro. Se mofa de su letargo y lanza fuego al aíre.
Idolatra la musa vestida de piedra, y con culebras en la cabeza, Medusa lo seduce, Medusa lo consigue.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Los ciclos del humo.


Una noche de tanto frío, sentada frente a la ventana observando a las nubes llorar y en la esquina del marco una taza extra grande de café, ese café era un colombiano buenísimo;
Las noches así me recuerdan a los abrazos de mi abuela, aquellos días de invierno cuando nada parecía tener problemas.
Mis nervios se despiertan haciendo
sudar a mis manos y por mis piernas unos escalofríos pasear, recorro mis manos por entre mis brazos hasta llegar a los bolsillos rasgados por los años de ese abrigo que me queda grande y descubro una muy antigua caja , donde en la infancia solía guardar las flores secas del jardín, ahí nacieron mis primeros olores, esos pétalos que rosaba en mis labios, eran roces de terciopelo, era flores de cerezo, amapolas y aubrecias.
Fui creciendo y con ello dejé atrás mis pétalos junto a mis escasos recuerdos, llego mi martirio, mi adolecer y mi personalidad. Yo escogí tocar esos tabacos, me cautivaron, me recodaron los pétalos, tomé esos recuerdos prestados a mi infancia y comparé sensaciones, parecían
mis labios descubrir esa sensación terciopelo olvidada, cogí el fuego de mi extrema juventud y encendí mis placeres.
Por que ese tabaco me enseño que los placeres se viven de todas las maneras; me
acabé hasta el último respiro, fue demasiado humo para mí en ese día, pues lo máximo de humo que antes había inhalado quizá fue el incienso que mi madre puso años atrás en una simpática madera con forma curva-recta, incluso que parecía esa tablilla sonreír, y por cierto un olor delicioso a vainilla.
Así paso un tiempo, justo después que tomé el gusto por la literatura y la escritura, retomé un tabaco, lo fumé entre palabras, entre versos y prosa.
Nublada poesía bella, pues el humo leer bien, no me dejaba; ese sabor tan exquisito, una delicia, un bocado de aíre contaminado, bendito sea el furor de esa danza de cenizas entre las páginas de mi libro. Ésta vez no desea dejarlo nunca más, pensaba: -Serás siempre mío- mientras soltaba la bocanada, y las palabras se me entremezclaban con la niebla.
Continuó
así su ciclo, de cautivarme y de yo ser su fiel hechicera, matarlo diario y revivir mi aferrado amor con el fuego adicto de su causa, el exceso.
Todo así
fue, hasta conocer un nuevo vicio, un hombre de nombre Mohammed, que su carne se volvió droga para mi enferma necesidad de amar algo, amar al tabaco, a un hombre, a la vida, o al amor mismo. Y primero dejé al tabaco, después dejé al hombre, luego a la vida, pero al amor nunca.
Y ahora que no vivo de vida sino de amor, en este día lluvioso, me consumo en mis recuerdos tardíos, y hago del tabaco algo más que fumar, sino guardar en mi cajita los ciclos del humo.
Ciclos que son estructuras de la vida, y que forman castillos de momentos que nunca olvidaré, así saque el único tabaco viejo
de mi cofrésito, y lo olí, lo sentí, lo saboree y lo fundí en mi garganta.
Ahora esa tabaquerita, no está más, olvidada en el abrigo, la conservo vieja y pulida en mis memorias.




Y bueno para los que se gastan la vida humeando, les presento estadísticas
.
El tabaquismo reduce la vida, se calcula:
3 años por cada 10 cigarrillos diarios.
6 años por cada 20 cigarrillos diarios.
8 años por dos cajetillas diarias.

¿Cuánto es que fumas tú, diario?