Los retratos me observan y
de lejos sus miradas me asfixian.
Los libros me drogan y
provocan en mi una locura por sobredosis.
La melancolía es la memoria en las
estrellas, el sabor electroacústico,
sonidos que tapan mis oídos.
La libertad del destino acosa a los relojes,
consumen azúcar para la sabiduría no
para la filosofía.
Una canción lírica, un error de tecla,
una escritura confusa, hacen una prosa.