La simpleza de mirar una carátula
descifrando el momento exacto del tiempo,
sin pasado, ni futuro.
Matando así, lo sublime del vivir.
No existe la hora, se volvió piedra,
se convirtió en hielo.
La lectura vana de un instante
completamente efímero, que no es, no fue, ni será.
Y el tiempo se va a cada parpadeo.
1 comentario:
Todo es culpa del reloj.
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